martes, 21 de enero de 2014

Madrid villa y corte. Tristan e Isolda

Aprovechando castiza aunque seguramente bastante rancia, y ahí reside parte de la gracia, fiesta local de San Sebastián




Largo fin de semana lúdico cultural en la capital del reino.

El objetivo principal del viaje era asistir al Tristán e Isolda en el Teatro Real aunque de eso hablaré más tarde.

Y ahora vamos con la cosa cultural que, excepto lo de la ópera, no habíamos organizado en absoluto pero que en un sitio tan bien surtido como Madrid y con una simple conexión a internet resulta bastante fácil (Por cierto muy recomendable el hotel  JC Santo Domingo que no sólo tiene Wifi sino que además hay  ordenadores en las habitaciones y está a no dos pasos del Teatro Real)

Lo primero fue el sábado por la tarde en La Casa de América donde pudimos ver la exposición "La exploración del Pacífico, 500 años de historia" que comemora los 500 años de la llegada de Núñez de Balboa al océano Pacífico. No es que sea una exposición maravillosa pero a mi estas cosas de la mar me tiran bastante y en una época en que  a cualquier cosa se la califica como épica no viene mal recordar cosa que verdaderamente sí lo fueron. Incluso se aprenden cosas como que no siempre fue el oro o las especias o el interés científico  lo que motivaron aquellos viajes, algunos fueron filantrópicos en el mas estricto sentido de la palabra, como la "Expedición Balmis".

Después como llovía  y está al lado nos metimos a curiosear en el nuevo ayuntamiento de Madrid, el Palacio de Cibeles monumental edificio magníficamente restaurado, pero vacío, el pretendido centro cultural resulta ser bello contenedor sin continente alguno, cosa que no por más habitual que sea en este país nuestro resulte menos sorprendente, se ve que nos sobra el dinero.

El domingo por la mañana no íbamos a hacer nada  de provecho, tomar unos "vermuses" según la mejor tradición matritense e hispánica en general, pero resulta que el hotel está muy cerca de la plaza de las Descalzas  que toma el nombre del Real Monasterio de las Descalzas Reales, donde casi por casualidad fuimos a dar. Sin conocer demasiado la capital, supongo que en ausencia del Alcázar de Madrid, destruido en 1734 por un incendio, será de lo mejor de la época de los Austrias que se conserva en Madrid. Aunque en mi caso el interés, o la curiosidad, no venga tanto del importante patrimonio artístico conservado el el sino de una cuestión musical. En el monasterio vivió sus ultimos años,  y el él murió, Tomás Luís de Victoria como organista del mismo y como capellán de la Emperatriz María de Austria, que tras enviudar  se había a vivir al convento  y en honor de la cual compuso  el monumental Officium defunctorum publicado en 1605, obra cumbre de la polifonía  renacentista y de la música española de todos los tiempos.



Este fue, concretamente esta versión del coro de la Catedral de Westminster, el primer o segundo CD que compré y todavía probablemente el más apreciado.

Hay en este breve Kyrie de poco más de tres minutos más música que en horas de otros, sin duda algo de lo más sublime que se haya compuesto. Aconsejo tumbarse a oscuras, apagar la luz, cerrar los ojos y dejarse transportar.



Me he ido un poco del tema pero es que que hablando del Requiem de Victoria no puedo evitarlo. La cuestión es que la visita guiada resultó muy interesante  y hay verdaderos tesoros en el monasterio pero desgraciadamente, y eso da idea de la cultura musical que tenemos en España, no se hace referencia alguna en la misma a Victoria. ¿Se puede visitar san Marcos en Venecia sin que te hablen de Gabrielli o Monteverdi? ¿Se puede siquiera dar un paso en Salzburgo sin que ver a Mozart en todas partes? Seguramente no, pero parece que se pueden visitar las Descalzas Reales como si Tomás Luís de Victoria no hubiera existido nunca.

Salto el sábado por  la tarde y dejo el Tristán para el final y me voy al lunes por la mañana en que aprovechando que es gratis y para no "dar de ganar" a Tita Cerveza nos fuimos a ver el Thyssen. Mis conocimientos de pintura son escasos aún así disfruto con algunas cosas, aunque lo cierto es que a veces caigo en el habitual error de intentar ver todo un museo con lo cual lo más normal es que  acabe por saturarme. Quizá por esto aprecié mejor las pinturas más antiguas,  menos las de "en medio" y otra vez más  las más modernas, supongo que por la ruptura con lo anterior.

Y por fin vayamos al Tristán e Isolda.





Cumplidos los sabios consejos algunos expertos "operistas" allí nos presentamos, bien dormidos, bien comidos,  bien bebidos y bien satisfechas las otras necesidades que no es elegante mencionar. El teatro estaba lleno, creo que estaba vendido todo antes del estreno y tras recoger el programa bastante decente en esta ocasión, a diferencia del año pasado que nos dieron una birria de hoja, que tiene narices con lo que cuestan la las entradas. Las localidades eran de "visibilidad reducida o nula" aunque para una representación normal no hubieran estado mal porque se veía bastante el escenario a excepción del uno de los lados del proscenio. Lo malo es que como en esta producción parece que lo importante es ver las proyecciones y no a los cantantes estos sólo se mueven  por el proscenio y para no estorbar tampoco precisamente por el centro sino por los laterales, y para nuestra desgracia mayormente por el que nosotros no veíamos.

Desgracia relativa porque como ya he dicho el montaje casi podría definirse con una versión en concierto con proyecciones. Los cantantes sí se mueven en interactúan entre ellos pero casi en penumbra y vestidos con ropa normal y de colores generalmente oscuros, si a esto añadimos la atención de leer los los sobretítulos, que como su propio nombre indica, están arriba se acaba prestando poca atención a lo que ocurre  abajo en el escenario.

Las proyecciónes de Bill Viola, no voy a negarlo, son muy bonitas, unas tienen más que ver con la acción, como por ejemplo las del principio en que aparecen Tristán e Isolda o el mar






O las del final en las que el cuerpo inerte de Tristán asciende.



Otras son mas conceptuales como algunas de las más vistosas que representan fuego o agua.






Y otras de árboles y salidas o puestas de sol o unas algas marinas moviéndose al ritmo de las olas, que son muy bonitas pero no veo yo que aporten gran cosa o siquiera tengan mucho que ver.

En definitiva que la puesta en escena... no es que esté mal pero ¿Es de verdad una puesta en escena? Supongo que los  Sellars y Viola  habrán cobrado sus buenos dineros por ella pero como diría el pare de una amiga "Jornal ganao más a traición". Sobre todo por parte de Sellars, porque este hacer, ha hecho más bien poco. Viola al menos hizo los vídeos aunque hace diez años y a estas alturas estarán más que bien pagados y amortizados.

¿Y entonces cual es la conclusión? Vas a ver una cosa que no ves bien y, además no pasa gran cosa,  y es en alemán que no pillas ni una palabra, y los cantantes cantan y cantan largas parrafadas en las que a diferencia de la ópera italiana mas convencional no se repiten las las frases pero si los conceptos, una y otra vez, y los temas musicales, el famoso acorde de Tristán pulula  constantemente por la obra, y son tres actos de 1:15 cada uno, mas dos descansos y entras a las seis y sales a las once...  vaya rollazo ¿no?

Pues no, la música es extraordinaria y fluye  de forma continua, esas largas parrafadas que parecen que no van a acabar nunca llevan a una serie de momentos de clímax absolutamente maravillosos. En definitiva que a mi al menos no se me hizo largo en absoluto.

Respecto a cuestiones interpretativas no voy a entrar demasiado, la orquesta creo que muy bien, a falta de grandes movimientos escénicos  seguramente lo más espectacular sean algunos efectos orquestales  conseguidos al final del primer acto colocando parte de los metales  en el anfiteatro justo encima del palco real. Un efecto similar hay en  el tercero cuando se colocan en la misma posición el corno ingles y otras maderas para recrear el efecto del pastor tocando la melodía de gaita. Si eso es idea de Sellars al menos algo si  hizo. El coro aunque no canta mucho también esta en una posición peculiar puesto que según parece se encuentra en las "jaulas" que hay arriba en los laterales del Paraiso para la gente que llega tarde.

No he oído otras voces en directo para  poder  comparar  y además me faltan conocimientos para juzgar a los cantantes, a mi la que más me gusto fue Violeta Urmana, me pareció que estaba un poco por encima del nivel de los demás, Dean Smith no creo que estuviera mal, se le oyó hasta el final, después de verlo en directo entiendo la fama de "matatenores" del papel de Tristán, el tercer acto tiene que ser terrible para ellos, si dura 1:15  yo creo que canta más de 50 minutos. Fue muy aplaudido, y seguramente con razón, el Rey Marke, Franz-Josef Selig.

Y hablando de aplausos en el saludo final fueron bastante intensos, sobre todo para el director y la orquesta, Isolda y como ya he dicho Marke, pero un tanto breves, la gente salió zumbando, se ve que era domingo, pasaban de las once de la noche y  la gente debía tener prisa por llegar a casa.

En definitiva que tras la experiencia fastuosa y convencional de la Aida en La Scala en noviembre  y  ahora con este Wagner raro en lo escénico del Real hemos tenido nuestro particular año Werdi-Wagner con dos cosas que a pesar de haber sido  tan distintas, o quizá precisamente por ello, puedo decir que me han encantado las dos.

Para terminar pongo aquí el enlace de la conferencia de José Luís Téllez  en el Teatro Real sobre esta ópera.